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LadyStarlight no busca gustarte, busca despertarte.

Hay artistas que buscan complacer, y otros que buscan confrontar. Lady Starlight no hace ninguna de las dos. Ella existe en otra frecuencia, en otro plano. Es una figura enigmática, poderosa, que no se deja reducir a etiquetas. Si la buscas dentro de las fórmulas del techno más comercial o incluso dentro del “underground de moda”, te quedarás corto. Porque Lady Starlight no sigue el ritmo, lo rompe.

Originaria de Nueva York y con raíces profundas en la escena del performance art y el noise experimental, Lady Starlight no llegó a la música electrónica por accidente. Su historia es la de una artista que fue esculpiendo su lenguaje a través del cuerpo, la intensidad y la crudeza. Antes de pisar los escenarios de los clubs más importantes del mundo, ya estaba cuestionando los límites entre el sonido y el cuerpo, entre la femineidad y la rabia, entre el arte y la provocación.

Su presencia en el escenario no es la de una DJ tradicional. No hay laptop, no hay pregrabados. Solo máquinas analógicas, cables, energía cruda y una relación física con el sonido que se siente casi ritual. Su cuerpo se mueve con la música, pero no para lucirse: se mueve porque cada frecuencia atraviesa, exige, sacude. Escuchar a Lady Starlight en vivo es sentir que el techno vuelve a sus raíces industriales, ruidosas, físicas, pero con una nueva sensibilidad: feroz, femenina, desafiante.

Muchos la conocieron por su colaboración con Lady Gaga en los años más punk de la artista pop, cuando ambas sacudían la escena neoyorquina con shows que mezclaban metal, drag, techno y caos. Pero Starlight no se quedó ahí. Su trayectoria como artista techno ha sido una construcción silenciosa pero sólida, con lanzamientos en sellos como Stroboscopic Artefacts, Figure (de Len Faki) y colaboraciones con iconos como Surgeon, con quien ha compartido escenario y estudio en sesiones improvisadas que son pura alquimia electrónica.

Su mayor desafío ha sido mantenerse fiel a una visión artística sin concesiones, en una industria que muchas veces exige lo contrario. No ha suavizado su sonido para entrar en festivales, y sin embargo, ahí está, retumbando en Berghain, en Dekmantel, en Atonal. No ha encajado en estereotipos de género, y por eso mismo se ha convertido en una figura disruptiva, incómoda y necesaria.

Lo suyo no es entretener: es provocar. Su techno no es decorativo, es funcional, físico, psíquico. Un mensaje en código binario para cuerpos que se atreven a sentir más allá del ritmo. Un golpe de sinceridad en un mundo lleno de filtros. Un grito que no se escucha con los oídos, sino con la piel.

Lady Starlight no te ofrece respuestas. Te invita a habitar la duda, el ruido, la intensidad. Su arte no es cómodo, pero sí profundamente liberador. Así que si estás buscando una experiencia que desafíe tus sentidos, que borre las fronteras entre lo sonoro y lo corporal, entre la pista de baile y el acto artístico…
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