magina un computador que no solo procesa datos, sino que piensa y aprende usando neuronas humanas reales. Eso es exactamente lo que acaba de lanzar Cortical Labs desde Melbourne, Australia: el CL1, el primer computador biológico comercial del mundo. Con un tamaño similar al de una caja de zapatos y un costo de 35.000 dólares, el CL1 marca un hito al combinar células cerebrales humanas cultivadas en laboratorio con tecnología de silicio. Estas neuronas están vivas dentro del dispositivo, alimentadas, oxigenadas y cuidadas por un sistema interno que les permite sobrevivir activas durante meses.
¿Para qué sirve? Su capacidad de aprender y adaptarse supera a muchas inteligencias artificiales actuales, incluyendo modelos avanzados como ChatGPT. Ya ha sido entrenado para tareas como jugar Pong, y su verdadero potencial está en la investigación médica: permite probar fármacos, modelar enfermedades humanas e incluso reducir drásticamente la necesidad de hacer pruebas en animales. El CL1 no se vende como un aparato cualquiera: funciona bajo el modelo de “Wetware-as-a-Service”, es decir, instituciones científicas pueden acceder a él de forma remota, sin comprar hardware especializado.
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Pero ¿Qué pasaría si una red de neuronas humanas empieza a desarrollar algo parecido a la conciencia? ¿Puede sufrir? Estos dilemas éticos ya están sobre la mesa, y la empresa asegura que aplica estrictas regulaciones para evitar riesgos.
Así comienza una nueva era: no solo de inteligencia artificial, sino de inteligencia biológica sintética.
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