
En un festival de música electrónica la energía no se mide únicamente en beats por minuto, también en pasos. Según datos recogidos por dispositivos como Fitbit o Apple Watch, un raver en una sola noche de fiesta que dure entre 10 y 12 horas puede llegar a acumular hasta 50.000 pasos. Esa cifra, que podría parecer exagerada a primera vista, en realidad se acerca mucho a los 55.000 o 60.000 pasos que da un maratonista al completar los 42 kilómetros de una carrera oficial.
La comparación es reveladora: mientras un corredor profesional prepara su cuerpo para un esfuerzo extremo en un evento deportivo, los asistentes a un rave alcanzan cifras similares sin proponérselo, impulsados únicamente por la música y la atmósfera del festival. No se trata solo de caminar de un escenario a otro. Los ravers saltan, bailan sin pausa, recorren enormes espacios al aire libre, resisten el calor, las largas filas y el cansancio acumulado.

Si bien no se trata de una competencia oficial, los números sugieren que la resistencia de los ravers merece su propio reconocimiento. En términos de esfuerzo, dedicación y desgaste físico, un festival de música electrónica puede ser tan demandante como una carrera de larga distancia. La diferencia está en el escenario: mientras unos llegan a la meta bajo el arco de un maratón, otros lo hacen al amanecer, frente a una tarima iluminada por luces estroboscópicas, con el cuerpo agotado pero el espíritu en alto.