
Científicos han descubierto que el DMT, una molécula presente de forma natural en el cerebro, podría tener un papel importante en la protección y reparación tras un accidente cerebrovascular. Estudios recientes en modelos animales muestran que esta sustancia ayuda a restaurar la barrera hematoencefálica, una estructura clave que protege al cerebro, y que tiende a dañarse durante un ictus. Además, se ha observado que el DMT disminuye la inflamación cerebral, reduce la extensión del área lesionada y mejora la recuperación funcional en ratas sometidas a este tipo de daño.
Si bien los resultados son alentadores, la evidencia proviene principalmente de investigaciones en laboratorio y en animales. Ensayos clínicos tempranos en humanos se han enfocado en evaluar la seguridad y el comportamiento del DMT en el organismo, pero aún no se ha probado de manera concluyente su eficacia en pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular. Empresas farmacéuticas y centros de investigación ya están desarrollando ensayos para explorar este potencial, lo que sugiere un creciente interés científico en sus aplicaciones terapéuticas.
Estos avances posicionan al DMT como una posible vía innovadora en la neuroprotección, pero todavía se requieren más estudios clínicos rigurosos para determinar si sus beneficios pueden trasladarse con seguridad a los seres humanos. La comunidad científica observa con expectativa este campo de investigación, ya que podría abrir la puerta a nuevos tratamientos para reducir las secuelas del ictus, una de las principales causas de discapacidad y mortalidad en el mundo.