Miles de personas salieron a las calles en todo Estados Unidos bajo el lema “No a los reyes”, una protesta masiva contra lo que muchos consideran un giro autoritario del presidente Donald Trump. Desde Nueva York hasta San Francisco, más de 2.700 manifestaciones se realizaron de forma simultánea, llenando avenidas con pancartas, música y llamados a defender la democracia. En ciudades como Washington, Boston, Chicago y Atlanta, los manifestantes expresaron su rechazo a lo que perciben como un intento del mandatario de concentrar el poder, mientras figuras públicas como Robert De Niro se unieron a la convocatoria con mensajes de resistencia.
El movimiento “No Kings”, conformado por más de 300 organizaciones, sostiene que la administración Trump ha cruzado límites en su uso del poder, especialmente tras el despliegue de tropas en ciudades como Los Ángeles y Washington D.C., medida que desató fuertes críticas y comparaciones con regímenes autoritarios. Voces como la de Leah Greenberg, cofundadora del Proyecto Indivisible, advierten que el gobierno está aplicando “el manual clásico del autoritarismo”, basado en el miedo, la desinformación y la represión. Las protestas, sin embargo, mostraron una resistencia pacífica y creativa: música en las calles, banderas ondeando y mensajes escritos sobre una gran pancarta con el preámbulo de la Constitución estadounidense: “We the People”.
Mientras Trump permanecía en su residencia de Mar-a-Lago sin pronunciar declaraciones públicas, las manifestaciones se convirtieron en un recordatorio de que el equilibrio de poder en Estados Unidos atraviesa una de sus pruebas más duras. Organizaciones de derechos civiles, artistas y ciudadanos de todas las edades coincidieron en un mismo mensaje: la democracia no se hereda ni se impone, se defiende. La imagen de millones marchando de costa a costa dejó una señal clara para el mundo: el país que un día gritó independencia vuelve a hacerlo, pero esta vez no contra un imperio extranjero, sino contra el riesgo de crear uno propio.
