
Cuando bailas, no solo se mueve el cuerpo: el cerebro también entra en acción. Cada paso, cada movimiento al ritmo de la música, activa una red completa que vibra contigo. Es como si la mente también saliera a la pista, respondiendo al beat con la misma energía que los músculos.
Mientras sigues el ritmo, la corteza motora manda las órdenes, los ganglios basales arman los pasos, el cerebelo mantiene el equilibrio y el sistema límbico suelta dopamina, esa sustancia que te hace sentir placer y bienestar. Todo ocurre en segundos, creando esa sensación de libertad que solo se entiende cuando el cuerpo fluye con la música.
Bailar no es solo moverse: es conectar. Es una forma de comunicación entre cuerpo, mente y emoción. Por eso, cuando el beat te atrapa y dejas de pensar, todo dentro de ti también empieza a bailar. Tu cerebro lo sabe: moverse es una manera de sentirse vivo.




