
En las vastas llanuras del Kalahari, la comunidad San ha practicado durante siglos una danza ritual que los transporta a estados alterados de conciencia. Para ellos, el trance dance no es solo un acto físico, sino un puente entre el mundo terrenal y el espiritual. Es una práctica de sanación, donde la energía vital fluye a través del movimiento y la música.

Este ritual suele llevarse a cabo en reuniones comunitarias, especialmente en momentos de necesidad, ya sea para curar enfermedades, fortalecer el lazo social o buscar orientación espiritual. Los participantes forman un círculo alrededor del fuego, mientras los sanadores y bailarines más experimentados comienzan a moverse al ritmo de los tambores. Con cada compás, la intensidad crece, los pasos se vuelven más frenéticos y los cuerpos entran en un frenesí donde el sudor, la respiración y los latidos del corazón se sincronizan con la percusión.
En este punto, los danzantes dejan de ser individuos y se convierten en un canal para la energía colectiva. En el clímax del trance, algunos experimentan visiones, otros sienten una conexión profunda con sus ancestros o con la naturaleza misma. La danza se convierte en un lenguaje sagrado que permite sanar el cuerpo y el espíritu, fortaleciendo el vínculo de la comunidad con sus raíces y creencias. En muchas ocasiones, los sanadores entran en un estado en el que afirman poder ver y expulsar las enfermedades del cuerpo de los enfermos, utilizando la energía generada en la danza como un medio para la sanación.

Este trance no es un simple agotamiento físico; es una experiencia profundamente espiritual y transformadora. La repetición del ritmo, el movimiento ininterrumpido y la entrega total a la danza permiten que los participantes trasciendan su realidad cotidiana, accediendo a un estado de conciencia expandida.
El poder del ritmo y la repetición como puerta a otros estados de conciencia no es exclusivo de los San. A lo largo de la historia, diferentes culturas han encontrado en la música y el movimiento una vía de conexión con lo sagrado, lo desconocido o lo más profundo de la mente humana. En tiempos modernos, esta búsqueda persiste en lugares inesperados, como las pistas de baile del techno underground.



En la penumbra de un club, los cuerpos en movimiento se sincronizan con la pulsación constante de la música. No hay palabras, solo el latido de los bajos y la repetición hipnótica de los sintetizadores. La música electrónica, con su estructura minimalista y envolvente, crea un espacio donde la repetición y el abandono al ritmo pueden generar un efecto similar al trance dance ancestral: una sensación de disolución del yo, de conexión con el entorno y de trascendencia momentánea de la realidad cotidiana.
Para entender mejor la conexión entre el trance dance y la cultura techno, te invitamos a ver este video, donde podrás apreciar con mayor detalle cómo el cuerpo, la música y el espíritu pueden convertirse en una sola entidad en movimiento.