
En un giro sorprendente en la conexión entre el intestino y el cerebro, los científicos han demostrado que el cerebro puede cambiar el microbioma intestinal… y rápidamente.
Un nuevo estudio en ratones encontró que las señales cerebrales pueden alterar la composición de las bacterias intestinales en tan solo dos horas. Esto refuerza fuertemente la idea de que la comunicación entre el intestino y el cerebro es bidireccional: no solo los microbios afectan el estado de ánimo y la cognición, sino que la actividad cerebral también puede moldear el ecosistema microbiano.
Aunque los investigadores han sabido durante mucho tiempo que los microbios intestinales pueden influir en la función cerebral y la salud mental, este estudio es uno de los primeros en demostrar que el cerebro puede enviar señales rápidas que reconfiguran el microbioma.
Este descubrimiento podría tener grandes implicaciones para entender cómo el estrés, las emociones o las condiciones neurológicas pueden afectar directamente la salud intestinal. También abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas que apunten a vías cerebrales para influir en la digestión, la inmunidad y el bienestar general.