
Un reciente estudio publicado en la revista Brain Structure and Function reveló que pasar al menos dos horas al día en completo silencio puede favorecer el crecimiento de nuevas neuronas, además de mejorar la memoria, la concentración y la estabilidad emocional. Los investigadores señalaron que la ausencia de estímulos externos permite al cerebro entrar en un estado de calma en el que disminuye la actividad neuronal, se reduce el estrés y se fortalecen las conexiones de la materia blanca, responsables de una comunicación más eficiente entre neuronas.

De acuerdo con los neurocientíficos, este estado de quietud también tiene un impacto directo en el hipocampo, la zona del cerebro vinculada con la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional. Tras tres días de silencio intencionado, observaron cambios estructurales y funcionales que potenciaron la salud mental de los participantes. Incluso, se reportaron mejoras en la percepción de los sentidos, una mayor agilidad en la resolución de problemas y una reducción de los errores derivados de la distracción.
Más allá de los beneficios cognitivos, el silencio también contribuye al bienestar emocional, ya que los participantes reportaron menos ansiedad y estrés en su vida cotidiana. Por ello, los expertos recomiendan integrar momentos de silencio de manera gradual en la rutina diaria: evitar el uso de pantallas al despertar, hacer pausas breves durante el día o permanecer sin actividad durante al menos diez minutos. Estos pequeños ajustes pueden brindar al cerebro un espacio de descanso y regeneración que, a largo plazo, mejora tanto la claridad mental como la calidad de vida.