
Laurent Garnier no necesita presentación. Para muchos, su nombre es sinónimo del alma misma del techno europeo. Su historia está entrelazada con la evolución de la escena rave, los clubes míticos de París, los himnos que marcaron generaciones. Pero ahora, el legendario DJ y productor francés ha decidido hacer una pausa, un cambio profundo en su forma de habitar la música.
En una reciente entrevista con France Inter Radio, Garnier lanzó una frase que resuena como un antes y un después: “Voy a dejar de hacer giras como siempre lo he hecho”. Y con esa sola línea, se abre una nueva etapa en su vida. No se trata de un retiro definitivo, pero sí de un gesto claro: menos fechas, más sentido. “La idea es hacer diez fechas al año, en lugares pequeños donde todavía tenga algo que decir”, confesó. Y añadió, con una honestidad que conmueve: “Encontrarme frente a grandes multitudes, no. No hago grandes festivales desde este año”.
Este anuncio no viene desde la nostalgia ni desde el cansancio, sino desde la lucidez. Garnier, como siempre, está afinado con los cambios del mundo que lo rodea. En tiempos donde la escena electrónica se acelera, donde la lógica del booking y los festivales parece tragarse la esencia del arte, él decide frenar, mirar hacia adentro, y preguntarse: “¿Es realmente relevante seguir detrás de los platos a los 60 años?”. Y, más aún, bromea con ironía sobre el riesgo de convertirse en un “jukebox polvoriento”.
Lo que impacta no es solo la decisión, sino la forma en que la toma: sin drama, sin solemnidad. Simplemente, con la claridad de quien ha recorrido todos los caminos posibles y aún así elige nuevos senderos por explorar. La suya no es una retirada, es una reconfiguración. Un regreso a lo esencial: el vínculo íntimo con el sonido, con el público, con esos espacios donde la música no se grita, se comparte.
Por ahora, Garnier continuará girando un poco más. Sus próximas fechas lo llevarán a Porto, Tignes y luego a Japón en mayo, sumando algunos festivales europeos durante el verano. Pero el ritmo ya no será el de siempre. Será otro. Uno más lento, más humano. Más suyo.
Y así, sin necesidad de aplausos ni grandes despedidas, Laurent Garnier redefine lo que significa estar presente. Porque a veces, quedarse no es insistir. Es elegir el silencio justo, el momento exacto, el lugar donde el arte todavía respira sin presión. Garnier no se va: se transforma. Y eso, también es revolución.