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La capa de ozono se está recuperando, gracias a la ciencia.

La Tierra respira un poco más tranquila: la capa de ozono, nuestra barrera natural contra la radiación ultravioleta, está en proceso de sanación. Un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) reveló que en 2024 el agujero en esta capa fue menor que en años anteriores, lo que marca un cambio esperanzador tras décadas de alerta global. Detrás de este avance están el Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal, acuerdos que demostraron que cuando los países escuchan a la ciencia y trabajan juntos, los resultados llegan. Lo que antes parecía una condena inevitable, hoy se convierte en una prueba de que la acción colectiva puede cambiar el destino del planeta.

El impacto de estas medidas es tangible: más del 99 % de las sustancias químicas que destruían la capa de ozono ya han sido eliminadas del mercado, y los científicos prevén que hacia mediados de este siglo volveremos a niveles similares a los de 1980. Esto significa menos riesgos de cáncer de piel y cataratas para millones de personas, además de una mejor protección para los ecosistemas frente al exceso de radiación solar. Sin embargo, el mensaje es claro: la recuperación no es automática ni está asegurada. Requiere vigilancia constante, investigación científica y compromiso para que los errores del pasado no se repitan con los nuevos compuestos que reemplazan a los antiguos contaminantes.

La capa de ozono, que alguna vez fue el emblema de una crisis ambiental sin precedentes, ahora se convierte en un símbolo de esperanza y cooperación internacional. Si el camino se mantiene, entre 2040 y 2066 la humanidad será testigo de una recuperación histórica, un triunfo de la acción global que protege la vida en todas sus formas.

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