Una impresionante fotografía de la Luna, tomada con una cámara Canon 6D acoplada a un telescopio newtoniano, logró captar con gran precisión los colores reales de su superficie durante una fase de iluminación del 35 %. Esta imagen no es solo estéticamente llamativa, sino también científicamente reveladora, ya que muestra diferencias químicas en el terreno lunar a través de variaciones cromáticas sutiles pero significativas.
Los tonos rojizos que se aprecian en ciertas regiones corresponden a la presencia de óxido de hierro, un compuesto que indica zonas ricas en minerales oxidados, mientras que los matices azulados señalan depósitos de óxido de titanio, un mineral común en los basaltos que forman los antiguos mares lunares. Gracias a la calidad del equipo y la técnica utilizada, la fotografía permite observar con gran nitidez estructuras geológicas que suelen pasar desapercibidas incluso al observar la Luna con telescopios convencionales, revelando así una nueva dimensión de su compleja y variada composición superficial.
