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Sven Weismann Explora Lo Más Recóndito Del House Cinematográfico.

En medio de la pandemia, muchos encontraron refugio en un set titulado Poems to heal yourself. Una selección de temas profundamente personales que navegan entre spoken word, Depeche Mode y texturas progresivas, capaces de abrazar todos los estados emocionales posibles. “No estoy aquí por una emoción barata y rápida”, dijo él mismo, “sino para ayudar a encontrar el romance en la exploración y la soledad”. Esa búsqueda, esa honestidad, es el núcleo del sonido de Sven.

Sven Weisemann es compositor, productor, ingeniero de mezcla, multiinstrumentista y coleccionista musical desde los 9 años. Su relación con la música empezó temprano, y a los 12 ya estaba mezclando vinilos, sin saber que estaba dando los primeros pasos para encontrar ese lugar donde todo encaja. Su primer disco fue un clásico de Jeff Mills, The Extremist. Desde ese momento no paró: trabajó durante años en una tienda de discos en Potsdam, un lugar clave donde desarrolló sus raíces sonoras.

Ahí fue donde se empapó de soul de Detroit, house neoyorquino, dub y drum and bass. Esa biblioteca sonora infinita que acumuló entonces es la misma que hoy alimenta sus sets y sus alias como Desolate o Jouem. Pero lo que realmente lo define es su forma poco convencional de entender la mezcla: no es un acto técnico ni predecible, sino un proceso vivo, un diálogo entre sonidos y espacios.

“No planeo nada. Es pura improvisación, fluir con el momento. Me gusta tomar riesgos. Ver qué pasa”, cuenta Sven. Y aunque suene arriesgado, esa aparente anarquía está cargada de una sabiduría que pocos pueden manejar: “Confía en ti mismo. Déjate llevar. Encuentra tu propio sonido. Aprende tu instrumento. Hazlo respirar. Hazlo eterno”.

Cuando no está en la cabina, Sven compone bandas sonoras, lanza discos conceptuales, remasteriza joyas pasadas o se concentra en su próximo álbum de ambient y piano. La música para él no es solo un trabajo o una pasión: es vida en estado puro. “La escucho, la analizo, la respiro. Todo el día. Desde siempre”. Eso se nota en la profundidad y la coherencia de su sonido.

Sven describe su música como “una travesía profunda a través de todos los elementos de la vida”. No busca encasillarse en un género ni repetir fórmulas. Su trabajo transita por los límites del house, donde deja de ser música para la pista y se transforma en un lenguaje cinematográfico, una experiencia que desafía al oyente a prestar atención y a abrirse a nuevas dimensiones sonoras.

Su música no está hecha para la adhesión fácil del dancefloor masivo. Más bien es un llamado a quienes entienden el ritmo como arquitectura y la mezcla como un acto de resistencia. Su influencia Detroit se siente, pero Sven está lejos de cualquier purismo. Su sonido es una máquina de tensión calculada: bajos que no golpean, sino que se expanden; percusiones que no marcan el tiempo, sino que lo dislocan y fragmentan. No encontrarás aquí drops predecibles ni builds edulcorados. En cambio, hay un pulso constante, hipnótico, que exige rendirse a su lógica interna y a su flujo incesante.

Esa es la clave: no se trata de estar preparado para escuchar a Sven, sino de que tu oído esté dispuesto a enfrentar esa experiencia única. Es música que requiere entrega, que te lleva lejos del confort y de lo conocido.

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