En los límites de la percepción, donde lo conocido se funde con lo inexplorado, se encuentra el velo entre los mundos, una frontera intangible pero profundamente sentida que separa nuestra realidad de reinos invisibles. A lo largo de la historia, culturas ancestrales, chamanes, místicos y hasta científicos han buscado descifrar sus secretos, convencidos de que existe algo más allá de lo que captan nuestros sentidos.
En épocas como Samhain, el Día de los Muertos o las noches de luna llena, muchas tradiciones afirman que este velo se vuelve más delgado, permitiendo que los espíritus de los ancestros, presagios del futuro y energías olvidadas se filtren en nuestro mundo. Pero ¿qué hay realmente al otro lado? Algunos hablan de dimensiones paralelas, de entidades que observan desde las sombras o de ecos de vidas pasadas que resuenan en el presente. Otros creen que el velo no es una barrera, sino un puente, una invitación a recordar que la muerte, los sueños y lo sobrenatural son solo facetas de una misma verdad oculta. Hay quienes juran haber sentido su presencia en lugares antiguos, en espejos al caer la noche o en esos instantes de déjà vu que desafían la lógica.
¿Podría ser que, en ciertos momentos de quietud o revelación, el universo nos permita vislumbrar lo que se esconde tras ese telero cósmico? Las leyendas, las experiencias cercanas a la muerte y hasta la física cuántica sugieren que la realidad es mucho más vasta y misteriosa de lo que imaginamos. Tal vez la pregunta no sea si el velo existe, sino cuánto de nosotros está ya del otro lado, esperando ser descubierto. ¿Te atreves a mirar más allá?
